El éxtasis¡Su hermosura era tan atormentadora! ¡Qué más daban mis congéneres, el orbe que se hundía y lo demás! Si todo hombre en su sano juicio hubiera dado su vida y su alma por hallarse un rato en mi situación; si hay largas existencias que se justifican por un acontecimiento brevísimo; si una vida plena está hecha de aciertos y de errores y tan necesarios son los unos como los otros a la hora de hacer su balance, ¿por qué iba yo a dejar pasar la posibilidad de hundirme en el misterio del éxtasis y la locura, aunque con ello me hundiera también en el error?